En la obra literaria “La Escuela de las Pequeñas Princesas” (A Little Princess) de Frances Hodgson Burnett, el papel de los mentores y los ejemplos morales es fundamental para el desarrollo de los personajes, especialmente en la vida de la protagonista, Sara Crewe. A lo largo de la historia, se destaca cómo la orientación, el acompañamiento y el modelo a seguir impactan directamente en la formación de la identidad y los valores de las niñas en un entorno educativo y social exigente.
El poder transformador del ejemplo
Desde el inicio de la novela, Sara Crewe es retratada no solo como una niña excepcionalmente imaginativa y bondadosa, sino también como alguien que, a pesar de su posición privilegiada al principio, toma consciencia de la importancia de ser un buen ejemplo para los demás. A medida que las circunstancias en su vida cambian radicalmente, el ejemplo que ella misma sigue estableciendo a través de su generosidad, compasión y firmeza moral resuena profundamente en sus compañeras y profesores.
Sara no solo actúa como un modelo de conducta para las otras niñas de la escuela, sino que también inspira a los adultos, particularmente a la Srta. Minchin, a reflexionar sobre sus propios comportamientos. Este fenómeno es clave en el argumento de la historia, ya que subraya que, independientemente del estatus social o económico, las acciones y actitudes de las personas pueden influir en quienes las rodean.
Los mentores en la vida de Sara Crewe
En la trama, además del ejemplo que Sara ofrece a sus compañeras, la figura del mentor se presenta de manera indirecta. Aunque la Srta. Minchin inicialmente encarna un modelo autoritario negativo, hay personajes secundarios que ejercen una influencia positiva crucial en Sara.
El Capitán Crewe
El padre de Sara, el Capitán Crewe, aunque aparece brevemente al principio de la novela, establece las bases del carácter de su hija. Le inculca la importancia de la imaginación, la empatía y el coraje. Estas lecciones no solo la fortalecen durante sus tiempos de adversidad, sino que también actúan como una brújula moral que la guía cuando enfrenta las injusticias de su entorno. Aunque él no está presente físicamente durante gran parte de la historia, su impacto como mentor sigue siendo evidente.
Ram Dass
Ram Dass, el sirviente del hombre indio que se muda junto a la escuela, representa otra figura de mentor. Aunque su relación con Sara no es extensa al principio, su bondad y disposición para ayudar en secreto a Sara y mejorar sus condiciones de vida demuestran el poder del apoyo silencioso y desinteresado. Ram Dass, sin hablar mucho, muestra cómo los pequeños gestos de humanidad pueden tener un gran impacto en quienes atraviesan dificultades.
La influencia de Ermengarde y Becky
Aunque no son figuras de mentoría en el sentido tradicional, las amigas de Sara, Ermengarde y Becky, juegan un papel importante en la manera en que Sara se enfrenta a sus desafíos. Estas relaciones se desarrollan como una especie de mentoría emocional y moral, ya que Sara, en su rol de líder de facto, las apoya y les enseña a enfrentar las adversidades con valentía y dignidad.
El crecimiento de las niñas a través del ejemplo
El papel del ejemplo, ya sea a través de un mentor directo o la propia influencia de Sara, también se ve reflejado en el crecimiento de las otras niñas de la escuela. Personajes como Lavinia, que inicialmente se oponen a Sara, también terminan influenciadas, aunque indirectamente, por la forma en que ella responde a las dificultades con nobleza y generosidad.
Este proceso de influencia mutua pone en relieve uno de los mensajes centrales de la novela: el entorno educativo no solo se basa en la instrucción académica, sino también en la construcción de un carácter moral sólido a través de la observación y la convivencia. Las niñas aprenden a imitar y a valorar aquellas cualidades que ven en los otros, demostrando la relevancia de los mentores y los modelos de conducta en la formación de la juventud.
Conclusión: La lección sobre el mentor y el ejemplo
En “La Escuela de las Pequeñas Princesas”, Frances Hodgson Burnett nos muestra que los mentores no siempre son figuras formales o predecibles. A veces, el mentor surge de una amistad, de un acto de bondad o incluso del legado dejado por alguien querido. Los ejemplos que seguimos y los que damos a los demás moldean el carácter y determinan cómo enfrentamos las adversidades.
La historia de Sara Crewe es una lección sobre la importancia de la resiliencia, el optimismo y la moralidad. A través de su ejemplo y las influencias positivas en su vida, aprendemos que todos podemos ser mentores, y que nuestras acciones diarias tienen un impacto más profundo del que imaginamos en las personas que nos rodean.